En pocas ocasiones se tiene la seguridad necesaria para dar un salto. Hay que valorar el riesgo, sopesar los posibles beneficios y contar con un pequeño empujón que resulte definitivo. Otra opción es desearlo con fuerza y lanzarse al vacío, con la esperanza en que alguien nos recoja o con la confianza suficiente en uno mismo para amortiguar la caída. En mi caso puede que ahora haya llegado el momento de dar ese salto.
Después de casi dos años haciendo del periodismo local en Dos Hermanas mi medio de vida he decidido que es hora de cambiar de aires. La prensa local es apasionante cuando ves que puedes ayudar a las personas a hacer públicas sus quejas, que con tus manos haces aflorar los problemas cotidianos de tus vecinos, que podrían ser los de cualquier persona de cualquier parte del mundo, y en la medida de tus posibilidades, ayudarles. Pero también puede ser frustrante cuando descubres que existen factores ajenos a ti que te obligan a hablar de una realidad color pastel que no se parece mucho a la vida cotidiana y que cada año se repiten los mismos escenarios, las mismas historias y los mismos personajes aunque con más días sobre sus hombros.
Cuando me preguntan cuáles son mis aficiones, siempre tardo en contestar, como si no lo tuviera claro. Sin darme cuenta, ojeando los links de mi blog he descubierto un buen resumen de lo que me gusta: la ciencia, la televisión y el bricolaje. Pero también disfruto de la sensación de libertad que da viajar y conocer mundo (quizás por eso me fui de Erasmus), así como del coqueteo con las nuevas tecnologías (por eso el blog, el curso de periodismo digital y lo que me han dejado hacer en la web del periódico). Me gusta tener la mente abierta y aprender de cada experiencia, innovar y superar los límites.
Quizás hay quien piense que eso no se puede hacer desde Sevilla, pero quizás es porque no se ha intentado con las suficientes ganas. Por eso busco la oportunidad de trabajar en un medio de comunicación abierto a la innovación.